Paulina Rubio llega como un auténtico huracán, rodeada de un séquito que se ocupa de que sus rizos estén simétricamente colocados, de tener perfecta la raya del ojo, y de que la falda del vestido de cuero rojo con tachuelas esté celestialmente colocada cuando se sienta frente al periodista. La cita se retrasa más de una hora, pero luego la chica dorada no escatima el tiempo. Está en Madrid de promoción y parece disfrutar con su vuelta a escena. Se muestra mucho más serena y centrada que nunca. Regresa, aunque asegura que nunca se ha ido, pero tampoco aclara muy bien qué ha hecho durante los últimos siete años. “Trabajar, escribir canciones y dedicarme a mis hijos”, explica. “No siento que me haya ido ni que haya vuelto, pero una tiene que darse sus espacios para regenerarse”, añade.
En este tiempo también ha sido jurado en la versión estadounidense de Factor X y en La Voz México. Ahora pronto la veremos sentada en uno de los sillones rojos de La Voz en España, donde será uno de los coaches en esta edición del formato cuyos derechos tiene ahora Atresmedia.
Sorprende que uno de sus mayores deseos sea tener hijas, cuando ya tiene dos niños. El primero, Andrea Nicolás de ocho años, nacido en su matrimonio con el empresario español Nicolás Vallejo-Nájera, Colate, y el segundo, Eros, de dos años, fruto de su relación con Gerardo Bazúa, un concursante al que conoció en el talent show mexicano y con quien acaba de romper. No se separa de los pequeños, le acompañan allá donde va. “Me gustaría tener un par de niñas, o adoptarlas, unirlas a mi tribu”, detalla la intérprete de 47 años.
La última reinvención de Paulina Rubioampliar foto
La cantante está inmersa en una batalla con su última pareja. Bazúa la acusa de haberse traído a España al hijo de ambos sin avisarle. De esto ella no quiere hablar. Tampoco de Colate, con quien se casó en 2007 y de quien se divorció cinco años después. Siendo pareja se instalaron en Miami y desde su separación, la mexicana ha venido a España en contadas ocasiones. “Me trae sin cuidado lo que piensen sobre esto”, responde segura de sí misma, y aclara que lo que más le interesa de nuestro país es “la gente y también la comida”. Es su manera de zanjar cualquier pregunta sobre su vida personal.
Atrás quedaron los años de exclusivas en revistas y entrevistas en platós de televisión sobre su vida privada. Una época que enterró en febrero de 2017, cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo condenó a tres programas de cotilleo —los ya extintos Dónde estás Corazón, Aquí hay tomate y Crónicas Marcianas— por airear las tendencias sexuales de la cantante y detalles de la convivencia con su entonces novio, Ricardo Bofill, hijo del conocido arquitecto español del mismo nombre. Hechos que se remontan a 2005.
La reina del pop latino acaba de publicar su decimoprimer disco, Deseo. Un álbum que incluye los últimos éxitos de la artista, como Desire, Me quema, Mi nuevo vicio o su última canción Suave y Sutil que ya ha conseguido ser número 1 en iTunes en varios países. Con este nuevo trabajo Rubio llama al empoderamiento de la mujer, una cuestión en la que asegura estar muy involucrada. “Ahora la mujer levanta la voz para reivindicar, para denunciar y decir basta. Cada generación necesita hacerlo a su manera. Mi abuela lo hizo, mi madre lo hizo”, dice la hija de una diva de la televisión mexicana, la actriz de telenovelas Susana Dosamantes. Se siente parte de los movimientos #MeToo y Time’s Up. “Como mujer, también ha tenido que decir hasta aquí en muchas ocasiones de mi vida”, admite.