ATLETICO MADRID VOLVIO A GANAR SI SIGUE SUMANDO PUNTOS

El Atlético logra su quinta victoria en los siete partidos del reinicio gracias al primer doblete del curso del delantero.

En el otro extremo de la ciudad, cuando más mordía el sol en Madrid, cayó el último ladrillo del Vicente Calderón. El zarpazo final. La letal bocanada de un estadio que ya forma parte de la leyenda rojiblanca. En esas, en escribir la suya propia, anda el Wanda Metropolitano. Por el momento, nadie le discutirá que allí, entre las voces de una grada sin vida, de un fútbol recauchutado a la carrera por el coronavirus, el Atlético fue agarrando por la solapa una plaza de Champions que pintaba oscura antes del parón. [3-0: Narración y estadística]

El tercero en caer fue el Mallorca. Lo hizo a manos de Álvaro Morata, que firmó un doblete en el primer tiempo y apagó cualquier atisbo de rebelión visitante. A los rojiblancos les aguarda un fin de semana de sofá y televisión para ver el impacto de su quinto triunfo en siete partidos de la Liga Covid.

Lo que nadie puede discutir es que este Atlético ha cambiado. Y lo ha hecho para bien. Aquellos días en los que se olvidaba de que los partidos tenían una primera parte, forman parte del pasado. Que se lo digan si no a Saúl, que ha clamado un puñado de veces tratando de convencer a los suyos de que la vida es más fácil con un buen arranque. Por eso ante el Mallorca, como lleva ocurriendo casi desde el primer minuto del reinicio, los de Simeone se lanzaron en busca de la otra portería. Y allí andaba Manolo Reina, que no paraba de gritar, tratando de sostener el ánimo de los suyos en ese enrevesado objetivo de seguir en Primera. «¡Tírate, que no pita falta si no caes!», le sugería el guardameta al joven Kubo, principal incordio de la zaga atlética. «¡Take, Take!», retumbaba en los rincones del Metropolitano, mientras Jan Oblak, como de costumbre, permanecía impasible y con las pulsaciones congeladas. Sin los 13 tantos de su goleador Budimir, sancionado, rascar en el Wanda frisaba el milagro. Aún así, Baba se quedó a unos milímetros.

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